18 abril, 2024
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Testigos de Jehová encubrieron miles de casos de abuso sexual infantil

En marzo de 1997, la Watchtower Bible and Tract Society, la organización “sin fines de lucro” que supervisa a los testigos de Jehová, envió una carta a cada una de sus 10.883 congregaciones de los EE.UU. y a muchas más congregaciones en todo el mundo.

En la carta, la organización se manifestaba preocupada por el riesgo legal que representan los posibles abusadores sexuales a niños dentro de sus adeptos. La carta contiene instrucciones sobre cómo lidiar con un depredador identificado: entre otras instrucciones, pedía a los líderes de cada congregación escribir un informe detallado y responder a 12 preguntas: ¿Ocurrió esto una vez, ¿el acusado tenía antecedentes de abuso infantil? ¿Cómo se ve al acusado dentro de la comunidad? ¿Alguien más sabe sobre el abuso?

Después, cada informe debería ser enviado por correo a la sede de la Watchtower en un sobre azul especial. “Guarde una copia del informe en el archivo confidencial de su congregación, continúe las instrucciones y no lo comparta con nadie ni lo haga público”, explicaba la misiva.

Según el diario estadounidense The Atlantic, de esta forma los Testigos de Jehová construyeron lo que podría ser una de la bases de datos de casos de abusos sexuales contra menores jamás llevados a la justicia. Aunque en los últimos años se ha prestado gran atención a casos de abuso en la Iglesia Católica, los Testigos de Jehová, una secta religiosa con 8.5 millones de adeptos en el mundo, ha logrado pasar desapercibida exitosamente.

Ese esfuerzo ha sido notablemente exitoso, hasta hace poco, cuando el comunicador Mark O’Donnell recibió sendos paquetes con cartas que fueron robadas de ese registro de la iglesia; cartas que indicaban instrucciones sobre el proceder en cada caso de abuso sexual, o bien son las respuestas recibidas de las “investigaciones” hechas por las congregaciones.

Según publica Douglas Quenqua, encargado de la investigación para The Atlantic, O’Donnell le mostró una serie de cartas sobre un “hombre de Springfield, Massachusetts, que había sido “expulsado” (una forma de excomunión) tres veces por abusar de menores en el seno de la iglesia. Cuando el hombre fue nuevamente reincorporado, en 2008, alguien que trabajaba en una división de la Atalaya (revista de la iglesia) escribió a su congregación señalando que en 1989 ese hombre “permitió que su hijastra de 11 años se tocara el pene al menos en dos ocasiones”.

Después de dejar la casa de O’Donnell, Quenqua contactó a víctima, quien corroboró los hechos. Ella tenía solamente 8 años y él era un hombre maduro. “Él era un adulto y yo una indefensa niña, pensé que no tenía otra opción. Me tomó dos años poder acudir a mi madre y contarle”, aseguró la mujer.

Su madre fue inmediatamente a los líderes de la congregación, quienes más tarde llamaron a la niña y a su padrastro -el violador- para que oraran junto con ellos. Ella recuerda esa experiencia como humillante.

Algunos de los sobres que O'Donnell tiene en su poder y que forman parte de su investigación sobre encubrimiento de abusos sexuales por parte de los Testigos de Jehová. Foto: Lexey Swall / The Atlantic
Algunos de los sobres que O’Donnell tiene en su poder y que forman parte de su investigación sobre encubrimiento de abusos sexuales por parte de los Testigos de Jehová. Foto: Lexey Swall / The Atlantic

Una montaña de casos

En el artículo publicado en The Atlantic, también se narra la historia de un hombre de apellido López, quien fue abusado por otro testigo de Jehová nombrado como de apellido Campos. Campos era mentor de López por recomendación de los ancianos de la congregación, a pesar de que ellos tenían conocimiento de que el mentor tenía antecedentes de abuso sexual a menores.

Cuando Campos asaltó sexualmente a López en un hogar de La Jolla, California, en 1986, el niño se lo contó a su madre, quien inmediatamente delató el caso los ancianos. Dijeron que “manejarían” la situación y le exigieron que no llamara a la policía. Sin embargo, Campos siguió subiendo en la organización, convirtiéndose en un anciano, que es el más alto rango en lo local. En 2010, el abusador huyó a México, donde más tarde confesó de haber abusado sexualmente de López y varios otros jóvenes testigos de Jehová.

López presentó una demanda contra Watchtower en 2012. Cuando su abogado, Irwin Zalkin, solicitó que Watchtower entregara todos los documentos relacionados con Campos y otros abusadores conocidos, la organización se negó al principio y dijo que no tenía los recursos para localizar y clasificar toda la información. Pero un funcionario superior de Watchtower testificó más tarde que, de hecho, toda la información se había escaneado y almacenado en una base de datos de Microsoft SharePoint.

Cuando Zalkin planteó el asunto de la base de datos en otro caso contra Campos, en 2016, el juez ordenó a Watchtower pagar una multa de US$4.000 por día hasta que entregara los documentos. La entidad acumuló Us$2 millones en cargos antes de resolver el caso en febrero de 2018.

Masivo encubrimiento

La cantidad exacta de supuestos pedófilos que se nombran en la base de datos ha sido la fuente de una amplia especulación. En el 2002, un ex anciano aseguró que el número era 23.720, dato que la la Watchtower ha relativizado diciendo que el número en es “considerablemente más bajo”). Durante el juicio de López, un abogado de Watchtower estimó que la organización había recibido 775 sobres azules desde 1997 hasta 2001, pero no dijo cuántos más habían recibido desde entonces hasta la fecha del juicio.

Tal vez lo más revelador es que en 2015, una investigación hecha en Australia descubrió que los abusadores de ese país, enumerados en la base de datos, representaban el 1.5% de la población de feligreses australianos, que es de 68.000. Suponiendo que el porcentaje sea comparable en los EE.UU., Que tiene una población de testigos de 1.2 millones, el número de presuntos abusadores estadounidenses en la base de datos sería de 18.000.