28 marzo, 2024
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Tratar a un perro como un hijo es parte de un trastorno mental: UNAM

Estudios recientes de expertos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) revelan que el vínculo entre un perro y su humano puede llegar a causar un apego emocional casi tan grande como el de una madre con su hijo.

 

Los expertos aseguran que esta conducta puede suponer un problema, tanto para los humanos como para los propios perros.

 

Según Moisés Heiblum, de la Facultad de Medicina Veterinaria los animales se convierten en miembros fundamentales de la familia y se les integra a actividades propias de los humanos, lo cual es perjudicial para ambas partes, ya que al pretender que actúen como humanos afecta su adecuado desarrollo.

 

De acuerdo a la reciente investigación realizada, el tener un apego emocional extraordinario a tu perro es más común de lo que se cree, ya que cada vez hay más personas y parejas sin hijos que mitigan su soledad con animales.

 

Una de las principales consecuencias de que un animal pase todo el día con su dueño, es que este crea un apego especial y cuando el humano no está, el animal se siente frustrado y puede llegar a sufrir ansiedad.

 

Cuando una persona humaniza a su perro estos pueden llegar a presentar conductas como subirse a la cama o al sofá de la casa; ya que para ellos es será un comportamiento común de los miembros de la casa, y el perro simplemente lo entiende así, para él es normal, es su casa y al prohibirle estas conductas lo están sacando de su hábitat, por lo que puede responder con agresividad o rebeldía.

 

El afecto excesivo de al “perrhijo” podría ser también un foco que indique un desarrollo de patología mental, por lo que un análisis podría ser necesario para determinar si hay o no una cuestión patológica o solo es un gran cariño a la mascota. Esto sumado al apego emocional, que hace que cuando su humano no está en casa, el animal se sienta ansioso, sufra ataques de pánico, destruya objetos u orine o defeque dentro de la casa.

 

Según este investigador, algunas de las acciones que deberían preocuparnos son:

Gastar más dinero en los perros que en personas
Comprarles ropa “humanoide”
Publicar “selfies” de los animales
Referirse a ellos como «mi bebé», «mi hijo» o algún apodo similar

 

Hacer que el perro se vuelva dependiente de los humanos, puede llegar a cuestionar quién realmente lo necesita. Heiblum recomienda que antes de llenar a la mascota de regalos o llevarla a un restaurante, uno se pregunte quién lo necesita ¿el perro o yo? Por eso hace un llamado a los dueños a no integrar a los animales en costumbres humanas porque no lo necesitan ni comprenden eventos como bodas o fiestas de cumpleaños. Solo necesitan que suplan sus necesidades básicas.